hipocresía encubierta y flanes de minuto y medio para dos peleles

     Me ha sorprendido la ansiedad de Dulce porque no sabíamos nada de ellos desde el jueves pasado, hace casi una semana. Les quitaron el arroz. Las risitas de Carla al hacerlo como si fuera una travesura de niños cuando realmente se trataba del único sustento para comer que tienen en condiciones especiales de supervivencias. Me llamaron la atención las imágenes de esa médico no teniendo la consideración que a ella se le presuponía como conocedora del mínimo de necesidades que necesita el cuerpo humano desde su licenciatura en medicina.  Luego está el detalle de Mila Ximénez, muy callada ante la idea y azuzando desde el disimulo para después ofrecernos desde la intimidad del confesionario una solidaridad con el equipo del agua que ya no servía más que para la galería.

     Y ante el placer de toparme con los anuncios que me van a dar los respiros que voy a necesitar en esta entrada desde el directo me recuerdo que lo primero que he pensado al coger el teclado es que tengo que escribir una carta a Suso, ese Suso que me gustó en el principio y que ahora  me gusta mucho más como ejemplo diminuto de sociedad que tanto gusta diseccionar y mostrarnos la cadena de todas las causas desde el punto de vista equivocado. La pura esencia de él mismo ante la suerte de que le hayamos conocido y así se lo podamos hacer saber dándole el gusto y el placer de hacerle absoluto protagonista. Querido Suso, tu madre es tonta, tonta del todo. Dice que tienes veintitrés, que hay que entenderte, la tonta de ella, menopaúsica o a saber. Que hay que ser tonta para decir que eres un niño. Tonta de remate para tratarte como a un imbécil consentido. Qué tonta que es. Espero que hayas captado el mensaje. Si no te lo volvemos a explicar sin ningún problema la próxima conexión. O tacha mamá y pon Yola y lo vuelves a leer.

     Buenos días familiaaaaaaaaa!! Buenos días doctora de la grandísima putada. Comparar el arroz con las gafas y el tubo. Vaya, lo mismo acaba de decir Sandra. Maravillosas las reacciones de Dulce y Mario, sin hablar, sin aspavientos, sin la cámara ante el número, recordando Dulce que la libertad de robar el arroz vino de los que Suso llamaba amigos.

     Enfocan al equipo fuego. Están todos menos Mila. La imagino despidiéndose de su hija, jueves, viernes, sábado, domingo, lunes y martes y todavía sigue allí. Ya nos han mostrado imágenes de una suculenta y copiosa comida disfrutada por las cumpleañeras en compañía de sus madres. Qué injusta excusa la de las visitas para hacer acopio de alimentos. Por no recordar la información añadida de los exteriores por estos platós. Y todo esto teniendo en cuenta la parcialidad y la pureza del concurso ante la inocencia de concursantes ajenos a todos los guiones preestablecidos.

     Steisy cree que Yola tiene dos caras y quiere desenmascararle ante nosotros. Dice que habla detrás de la cámara con los compañeros diciéndoles que no les va a nominar. Suso cabreado, comen los erizos y no los comparten. Tienen hambre, tienen mucha hambre. Es la clave de lo que está pasando. Y de repente Luis Rollán, para comparar el robo del arroz con el encuentro del chicle. Es lo que tiene ser experto asesor con escuela apedreada en cada piedra de Cantora. Steisy le dice a Mario que está en su derecho de comerse lo que él pesca pero ella también en el suyo de ponerle nombre a lo que hace: egoísmo.

     La educación está sobrevalorada ha dicho Suso para finiquitar una discusión entre ésta y Mario. Al que le ha prohibido llamarle tonta delante suya. Jamás. El mismo Suso que se harta de llamar tonta a Yola Berrocal.

     En la post discusión Mario tiene un arrebato sincero disculpándose con Steisy por llamarle tonta. Yola trata de explicar que se habían comido cuatro erizos pero que pensaban seguir toda la mañana cogiéndolos. El caso es que es muy cómodo por parte de Steisy discutir con ellos desde la toalla en la que se encuentra tumbada tomando el sol. Como ha dicho el italiano, los erizos están ahí para todos y tan fácil es ir y cogerlos para comérselos ellos mismos como fácil le resulta a él hacerlo sin remordimiento alguno. Y tiene toda la puñetera razón.

    Dulce. Sofocón. La recuerdo tan cabreada contra Carla cuando se llevaron el arroz. Tan acertada cuando le rebotó aquel no tenerlo en cuenta una y otra vez desde su desconcierto ante la desfachatez de llevarse lo más sagrado que tenían. No duerme bien, lleva desde el jueves sin comer nada y le da un ataque de ansiedad, fatiga, calambres, ganas de vomitar, sin comer, sin dormir.

     Las lelas del espíritu. Nada que decir de ellas. Cuando Yurena tenía aquel punto encantador de desastre humano para la supervivencia era ante el reto de exigirle aunque sea un mínimo de profesionalidad solidaria, es decir, que la organización buscase la manera de que tratara de pescar o buscar su alimento, pero ya llegados al punto de hacer semejantes numeritos para que les den la comida como a las cacatúas en sus jaulas, sin enfocar jamás cómo se dignan siquiera a hacerse el arroz cocido o cuidar un fuego asegurado con un chisquero regalado, y siempre la eterna parafernalia de la psicología invertida, siendo invertida lo directamente proporcional a la estupidez supina.

     Caer con todo el equipo. Pobre Mila llorando porque no puede subir a la plataforma.  Tiene vértigo. Grandísimo enfoque del programa que mata dos pájaros con todo el equipo. Devuelve los pollos al equipo al que le han dejado sin arroz a la par que la audiencia se solidariza con la Mila impotente que intenta pero no consigue estar a la altura de sus compañeros en la prueba. La encantadora señora que ya no parece un ogro y a la que hay que salvar para que el viernes podamos madrugar.  Qué organización más perfecta para ir salvando los contratiempos sin embotellamientos que descompensen.

    Bueno, ya tenemos una mártir para salvar y unos pollos adjudicados con el repaso minucioso de las pruebas para que todo resulte diáfano y luminoso como el cristal de las gafas con que mira Jorge Javier Vázquez la vida.

    Y Mila con su vértigo. Pena de previsión. Pena de imprevisto. Pena de pena ay penita pena como los diez segundos que han regalado a Dulce para no dejarle injustamente descolgada de un premio del que es tan merecedora de disfrutar como los demás y a la que no tenían nada que regalar porque lo había ganado con creces igual que el resto de sus compañeros.

     23:45 horas. Salió el gordo. Nagore, con toda la credibilidad nos confiesa que el encantador hermano de Mila Ximenez ha arremetido contra ella durante la pausa para los anuncios diciéndole cosas como payasa o que se tome la medicación. Nagore aprovecha el directo para contárnoslo y recordar al hermano de Mila que si alguien ejerce cada tarde de payasa es su hermana y que compañeras de su hermana le felicitan por atreverse a decir de Mila Ximenez las cosas que ellas mismas no dicen las tardes de los Sálvames sencillamente porque no se atreven. Desde luego, después de ver durante años cómo ha arremetido la Señora Ximenez contra Rosa Benito o Belén Esteban o Raquel Bollo en calidad de concursantes es para, sencillamente, callarse ante cualquiera que diga lo que sea de ella.

     Lo más estúpido del programa consiste en estas preguntas que desde el plató les hace Sandra Barneda a Yurena y Miriam para conseguir objetivos. Esta vez omiten las hamburguesas y les ofrecen gafas para bucear y  chisqueros, que parece que no tenían. ¿Pero se puede saber qué cogieron cuando tenían que hacer el petate para mudarse de isla? Pierden las gafas. Esterillas y mantas si dicen que Viernes fue el compañero del Robinson extraviado en una isla. Misteriosamente dejan la opción de Víctor Sabadete. Víctor Sabadete. Sin comentarios. Pasa un rato y pierdo el hilo hasta que oigo flan de tamaño xxl, la respuesta a qué animal era Winnie The Pooh, pantera, oso o rata. Y se llevan el flan, mientras Dulce pierde la oportunidad de comer pollo junto con el resto de compañeros. O la pierde el equipo contrario que aguanta las durezas de las pruebas para no conseguir nada. Y estas señoritas ni una puñetera o puta putísima prueba, ni siquiera veinte saltitos a la cuerda o cinco metros de natación en altamar hasta las rodillas. Es ya bochorno. Wnnie Pooh o Winnie The Pooh. Respuesta correcta y un descomunal flan para las dos. Pueden comer el flan con las manos a las espalda durante un minuto y medio. Un flan, sin carne fibrosa y seca ni huesos. Qué verguenza de comparativa concursal con los otros dos equipos, lo que hace que todo lo atrofien con este tipo de comportamientos. Una cosa es la Yurena que me gusta defender y otra el descarado favoritismo con el que son recompensadas por ejercer de inútiles integrales. Al menos el sufrimiento deberían de mantenerlo intacto. El mismo sufrimiento que padecen los compañeros que todavía no han sido expulsados ni una primera vez.

     Finiquito aquí. Todo lo que se pueda decir detrás estropearía la chapuza que acabamos de saborear. Todavía no, que aparece Mari Carmen apenada de su expulsión sin explicarse qué ha hecho mal luchando como ha luchado y trabajando como ha trabajado. Es una vergüenza que se mantenga a Yurena o Miriam a las que regalan flanes y el pan de cada día mientras expulsan a quienes quieren concursar de verdad.

     Un minuto y medio de flan para dos contra un minuto de carne de pollo atragantable con huesos a repartir entre cinco. Twelve points. Doce segundazos por comensal para tan rimbombante plato energético que les ponen en los morros para quitárselo después sin apenas haber catado. No como el flan, donde se han dejado de tonterías fantasmagóricas las superconcursantas y han dado buena fe de que a veces vemos comida que les dan para comer. Ma ra vi llo so. Es pec ta cu lar cu lar cu lar de va si le im pre sio nan te.

     La hipocresía encubierta termina esta entrada. Una pobre Mila que no puede hacer las pruebas porque contra todo pronóstico han puesto una hazaña impensable de ejecutar en ella con la maestría de acróbata escalador de la que carece y al contemplar el handicap de su inutilidad física altamente demostrada aunque también algo acomodada, además de ese vértigo francamente inoportuno que han olvidado tener en cuenta, nos percatamos de la compasible por no decir convaleciente jugada. Salvemos a Mila.

    Acaban de inventarse la genial idea de que les tenían reservados 750 grs. de arroz al equipo del agua pero, y el pero es la grandísima caradura que tienen, como uno ha hecho trampas, y dicen que es Dulce que ha robado pollo, ya no pueden dárselo y todo esto lo dejan para el jueves. Una mentirijilla de cebo que viene perfecto para que Suso dé una patada a lo primero que pilla y la pena que tengo es que la patada no haya sido a todo lo que se menea con pintas de organización. Y la indignación tiene un nombre, una venganza, unas ganas infinitas de dejarlos colgados con estas patrañas y no volver, cuando la ilusión por disfrutar del programa era tan grande hace tres horas como insoportable me resulta ahora. Y la culpa la tiene un flan. Un puto flan para quince o veinte personas que han degustado dos peleles durante un largo minuto y medio sin haber hecho ni mérito ni esfuerzo alguno por conseguirlo mientras que los dos grupos que han luchado por un pedazo de pollo lo han hecho tras un terrible esfuerzo para que la recompensa sea distribuir sesenta segundos entre cinco, doce, ¡doce segundos para cada uno más los diez de regalo para Dulce y encima tienen la desfachatez de quitarles de la boca un arroz que ni siquiera tenían en mente la honestidad real de haber querido dárselo! Y todo por un puto cebo absolutamente innecesario.