viernes, 13 de junio de 2014

INTERCAMBIO DE ESTUPIDECES, AH NO, DE FAVORES, NO NO, DE SEÑORES

     A María Patiño a estas alturas de la vida le parece normal lo que todos entendemos sin lugar a especulaciones superfluas por intercambio de favores entre una señorita que quiere cantar y un señor que la puede ayudar, y el problema no es la señorita que cumple con su parte, no sé, todavía no salgo de mi asombro, será con su parte como buena parte de la parte contratante,  para María el problema es el señor que no cumple con la suya. Esto es alucinante, de verdad que esto de la normalidad de entender que la señorita que accede es la buena, la frágil, la normal, la sensata y la que obra correctamente porque claro es lo que hay que hacer y después llega el susto y la sorpresa y el sentirse engañada y vilipendiada, bueno, necesito un trago y modernizar mi curriculum, luego vuelvo..

 

miércoles, 11 de junio de 2014

PORTERAS DE BARRIO

     Abraham García ganó. Guapo. Competitivo. Y las babitas incontinentes de Jorge Javier Vázquez. Esto último podíamos habérnoslo ahorrado, pero teniendo en cuenta que desde que ha ganado, en cada intervención, en cada mención, en cada oportunidad, en cada momento en el que el  presentador nos recuerda el vencedor hace especial mención a sus fantasías fetichistas con él, no sería agradecido de nuestra parte que para una vez que nos lee si tiene oportunidad de hacerlo, no le recordásemos nosotros a él lo mismo que él viene negándose a omitir en cada una de las repeticiones de la hazaña conseguida. Abraham merecía ganar. Igual que los demás. Los concursantes no son distintos de cualquier otro colectivo. Comienzan de cero y labran su propio concurso. Los más conocidos vienen con lastre de serie, a favor o en contra, Bibiana Fernández como la gran favorita o Amador Mohedano como el gran villano que tienen que jugar con ello y no implica ventaja o desventaja porque lo que a priori puede favorecer se puede convertir en unas espectativas que defrauden y al contrario con quien te ofrece una cara amable con la que no contabas. O quizás sí los lastres aguanten su posicionamiento inicial, depende de cada jugador que en partidas como ésta, donde el tiempo no contempla distinciones a golpe de minuto, de hora, de día y semanas, los faroles pueden ser todo lo contrario de lo que parecen. El lastre anónimo, el de la primera impresión, el de enseñar la patita a primera de cambio, el de fingir que no existes ni estás hasta el final, el del guapo, el del borde, el del alcahuete,  pero en esta edición hemos tenido que añadir un lastre muy curioso y es que el propio ganador ha ejercido todo él entero de lastre baboso, todo él en sí mismo como reminiscencia erótica del señalado por el dedo como el niño bonito de la cadena y más salido que la punta de una mesa que viene a recordarnos en palabras crudas lo que hay cuando nos topamos con ella.

Abraham (tramposico) (e iluminado) no le deja pescar a Lomana (enorme) sus pececitos redondos de paté
    Lo interesante de esto no es lo que ha ocurrido que no deja de ser parejo a otras ediciones, sino cómo en el último Deluxe se enfocaron los dos puntos de vista tan opuestos y tan centrados en el mismo objetivo conseguido. El presentador no podía evitar su emoción al tener a su lado al ganador, como si el concursante fuera el efecto inmediato de un reconstituyente recién tomado, puedo tocarte, puedo mirarte de cerca, puedo sonreírte, puedo seducirte, el niño mimado de la pruebas y los horarios generosos de antena. Ya lo dijo bien claro Kiko Matamoros, la tarde de la final las votaciones corrían en contra del ganador y estuvieron a pie de obra alabando sus méritos y ensalzando su nombre para alzarlo a la victoria. Todos. No dividir. No debatir. No contradecir. Es lo que tiene la amistad impuesta del que manda, que por muy amigo que parezca o por mucha controversia que haya que vender, aquella tarde no tocaba, el acojono y el hastío se respiraba como siempre se respira en el aire del currelo, y ese mismo Matamoros que sostenía el palo de su retoño olvidado ya entre los amasijos de los escombros, con voz lastimera y con la boca pequeña, acojonaíta reflejada en los cristales de unas gafas, le reclamaba al ganador que había utilizado a su hijo como un pañuelo de usar y tirar, ese niñito cuadrado como guardaespaldas que en principio se despuntaba con Matamoros de apellido y del que habría pensado como buen arrimador que buena sombra le cobijaría, pero se desinfló como un flotador pinchado en las piscina de los peques y aunque no se distinguía su trayectoria de la del ganador parece que no era la misma porque fue inmediatamente deshechado al cubo de los inútiles como una colilla sin nicotina cuando comprobó que con sus problemas de espalda ya no le serviría para nada. Sí sí pero. No no pero. Te digo pero no te digo porque no quiero molestar con lo que te digo.  Así tal cual, que a veces parece que va a asesinar a media grada y otras jadea como perro fiel lastimero en busca de un hueso que chupar. Pues ese era el secreto tan grande que no quisieron desvelar hasta entonces, maldita la gracia de apoyar la victoria del que pisotea tu retoño como una cucaracha, cosas del directo, o del diferido, o del concurso, o de la oferta del día, el para hoy y con qué dignidades tragar sapos para vestir ínfulas en el para mañana, en fin, a lo que íbamos, hasta después de proclamado el vencedor esto no se supo,  no era relevante como podía no haber sido que Rebeca comentara en la isla que la novia del enamorado de Montes estaba excesivamente entretenida mientras esperaba su regreso. O tantas otras tonterías que enfocan los miramientos hacia un lado o el otro, con sus consecuencias de fracasos o victoria.

     No importa. Nada importa. No hemos sido concursantes, y si lo hubiéramos sido, hubiésemos firmado la condición de peleles, de marionetas en manos de lo que a la conveniencia del que paga se le antoje en el momento, en forma de regla o de sanción o de imposición o de improvisación. Tampoco hemos sido los padres, las madres, los hermanos, los amigos, los queridos de los concursantes, con lo cual, tampoco nos ha afectado excesivamente que gane uno o que gane el otro, o la otra o quien sea. Tampoco hemos votado, con lo cual todavía nos ha afectado menos que por un trozo de cordero o por unos huevos deseados sólo exista un finalista y un ganador en boca de cualquier trabajador de la cadena al que se le preguntara en plena emisión del olvido del más allá, de la necesidad de abortar la pluralidad. Siempre ha habido quien postule a favor y siempre quién en contra por aquello de la polémica y la forma de trabajar en los argumentos de este tipo de programas, pero en el caso de Abraham fue tal la unanimidad que según el padre del traicionado se dieron la vuelta a la marcadores. Qué más da. Es así. Lo importante señores, es no votar, que voten ellos, que vote el que toma cordero, el que entrevista su sueño, el que es dueño, el que se juega su propio dinero, pero nosotros con un euro y un café podemos hacer virguerías en una tertulia sin incentivo alguno, la pasta, remojada y el interés al son que quieran, porque nos dejamos para lo del entretenimiento pero no para lo del beneficio, que no somos nosotros las marionetas, y el aroma de un buen café es mucho más sano que el de un atajo de veletas al que pagan por trabajar despellejando o pellejos pegando, los mismos, los distintos, con esas voces impuestas a golpe de genialidad embotada y caduca, una vez y dos y tres, y al cabo de muchos treses la vergüenza cuanto más grande más brilla por su ausencia para seguir manteniendo lo mismo y lo contrario, un trabajo tan envidiado como miserable. A precio de saldo los destinos se deparan  y desde la lejanía el entretenimiento está servido, pero en las generalidades los colectivos son colectivos y la risa mal parida ojalá atragantara más de una boca empapuzada de su propio egoísmo.

     Abraham García ganó. Guapo. Competitivo.  Simpático. Un detalle éste de simpático que desconocíamos emergió de ese rubio de antaño y bonita sonrisa. No lo conocíamos de antes y tampoco su parte seductora, sólo nos mostró la chulesca junto con la muy confiada en sí misma, así que nos sorprendió. Si hubiera utilizado la simpatía que muestra ahora por los platós mientras estuvo en la isla, habría ganado muchos más puntos que los que tuvieron que endosarle, parece un poco contradictorio que camuflara ese carácter tan favorable cara al público, habría dejado de ser el eterno aburrido que asesta el golpe de gracia en la final y del que si dependiera la emisión del concurso fracasaría en apenas los primeros día, pero esto  lo que muestra es que jamás este concursante perdió de vista una estrategia, algo que se está convirtiendo en tan antiguo como el más de todos los oficios, y en la que esencialmente procuró no llamar la atención excepto en los momentos donde la competencia del concurso le ofrecía el liderazgo o la posibilidad de erigirse en el más fuerte y poderoso de los supervivientes. Pero ante las cámaras su máxima a la hora de hablar o de sentir o de vivir o de involucrarse con su compromiso de concursar  fue la discreción. Porque si en su cara simpática (empalagosa, repelente, la variedad del espectador ya ustedes saben) en la que tanto besaba pulseras en estado de euforia (curioso detalle que olvidara besarlas más eufórico que nunca después de ser proclamado ganador) en la reversa ofrecía también  un carácter muy caprichoso, dominante y desagradable en las discusiones en la que avasallaba la razón y que trató de ocultar por su bien y el de su ssangyong a golpe de camaleón pegado a una palmera.

      Ahora ya no es concursante, es el ganador y no se corta un pelo en su poderío y por eso nos ha gustado el ganador mucho más que cuando concursó. No porque ganara sino gracias a quiénes ganó y el agradecimiento que les profesó que entendió ninguno porque el mérito se lo traía él solito de la isla, porque si unos tenían delante al ganador que impulsaron hasta el podio, el otro veía delante un montón de sapos y culebras del cotilleo que había que tragar como la parte que no queda más remedio que aguantar en su nueva condición de ganador por méritos propios, igual de propios que si hubiera concursado un astrofísico cuántico matemático y la pruebas hubieran sido todas sobre calcular integradas y derivadas fraccionadas complejas y esas cositas que al menos al chino no le hubieran afectado a la especial circunferencia de sus asombros. O sobre precios de una birra en Chipiona, o con la "A" nombres de miembros de la Hermandad de la Mano en el Pecho, por decir algo. Que los méritos propios no han sido exactamente  los que normalmente se entienden en su propiedad con una amplitud bastante más ecuánime. Así que la entrevista se convirtió en  la paradoja más tronchante de un chaval que ya tiene el dinero y que pasa ampliamente de los viejos escuderos. Se hizo un matamoricos a la papelera de los desperdicios con todos los colaboradores, de un plumazo y sin temblarle la pestaña. Porque defendió la supervivencia de los desafíos extremos escalando el Everest o la de toparse con un grupo de beduinos cabreados cruzando el desierto, o un Paris-Dakar o unas olimpiadas hondureñas contra un ejército de barracudas olvidando su racionica diaria de arroz o lentejas o mantas protectoras o pollos caídos del cielo. Porque sabrá a quién arrimarse pero se arrima dejando de lado lo despreciable del arrimado. Maravilloso documento el del viernes perdiéndose al final de la jornada. Peinado y repeinado, sin modificar un ápice su sonrisa, Abraham no se cortó un pelo para desmarcarse del concurso que la cadena se ha esmerado en ofrecernos durante estos largos meses en los horarios punta de los programas basura, esos que no se debe llamar basura porque son entretenimiento. Pero que hoy excepcionalmente llamamos basura porque el ganador nos lo recordó con su actitud igual que su admirador presentador nos recuerda que olió su bañador. Programas basuras que dejó bien claro que no son aptos para el ganador. Que ganó Supervivientes, con un par, de pulmones, los suyos, y otro par, de huevos, los que también creía suyos, pero no,  los huevos los puso la portera mayor del reino a la que ignoró como si de otro cuento de brujas se tratara.


Abraham: "...me  da pena que haya habido tanta tanta porquería de ésta, o sea, que hayamos convertido esto en porteras de barrio, pero bueno, que da igual, di lo que quieras..."









   
     Esta actitud de Abraham es igual que la de los defensores más puristas de Rafa Lomana a lo largo del concurso, ambas equivocadas, algo que Lomana supo entender muy bien, porque además de ejercer una supervivencia "relativamente" extrema y no siendo amigo de enfrentamientos tipo sálvame, guardó el respeto de la empresa que le contrató y supo compaginar ambas, entendiendo  la parte del espectáculo y dando momentos muy divertidos con sus salidas de "olla" para alimentar las cámaras y creando, además, ese hit palafitero que quedará para los anales de la historia del concurso.

     Estas sorprendentes declaraciones del ganador nos llevan a esta penúltima entrada. Despreció el tipo de concurso en el que participó y el tipo de concurso que tantos profesionales ha requerido para sacar en antena en todo su esplendor. El concurso de porteras de barrio como así lo definió y que manifestó claramente del que no participó. Todo un ganador, que dejando al lado a las portericas que le acompañaron durante su estancia en la isla, agradecía sin agradecer a las alcahuetas mayores del reino del telecinco que lo hicieran ganador desde el más absoluto e involuntario de los desprecios. Fue espectacular el jaque mate con aquella preciosa sonrisa que no sabía lo que se decía y la cara de pardillos, panolis, mojigatos y secundarios de opereta que se les quedó a las grandes figuras que lo hicieron ganador en una gloriosa tarde de orejas.

lunes, 2 de junio de 2014

¿Quién lo olió?, ¿tú o yo?

     El pasado martes en la final de Supervivientes 2014... cuando esperábamos con gran curiosidad quién ganaría finalmente el concurso después de dos meses... ¿Vio usted esto?

como sus propias flechas indican..

No se preocupe.
Usted no es el único.
Usted no es la única.
Somos muchos.
No estamos solos.

Hemos realizado un profundo cotilleo de investigación.
Psicólogos y psiquiatras se preparaban para la invasión.
Pero no.
No somos nosotros.
¡Son ellos!

Así comenzaron al día siguiente de la final
el programa diario de las tardes "Sálvame".
Sírvanse ustedes mismos:


miércoles, 28 de mayo de 2014 



      



Mucho más tranquilos, ¿verdad?
Si es que ya lo decían todas nuestras abuelas...
el día que esté Jorge Javier Vázquez
para qué querrán concursantes...

¡Con los otros movimientos sospechosos hemos topado!
Las bermudas de Jorge Javier tenían una gran razón de ser,
Sí, Señores y Señoras,
concursaban lalala larala
 y no se podían mojar
hasta el último momento.

♫♫♪♫♪
aquí está, viene ya, tan feliz...
♪♫♫♪
con sus flechas de amor para ti...

¡Estando Gorjse no tiene sentido fijarse en los demás!
Jorge Javier recoge su premio* 
como absoluto protagonista de todas las palapas,
de todos los cocos, las bananas, pezones y risitas varias...

¡Un precioso y recortado bañador usado
con sus huevos calibre cincuenta coma cuatro!
(apnea y cerillas incluidas)


Jorge ofendido contesta a a la Milá: "pues nada, habla tú de tus cosas, a ver si son más interesantes.."
 Y mira quién está en el tenderete de Gorjse.. el Aigorín en Escabeche.
 No alcanzamos a ver la suerte que corrieron sus calzones..


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*nuestra colega acrata, experta y erudita en la materia, autora de la Obra "Grandes Supervivientes Comentados", llegó tras sus estudios a las mismas conclusiones que nosotros, lo que significa que las probabilidades de que al menos uno de los dos blogs tengamos razón se han ido al garete.


diferencia entre embudo y tobogán: asesoramiento gatuito para pofesionales de gran hermano

entre manipular y no manipular yo tampoco choi manipular .-edzmundita dixivip6