DOS MADRES Y MEDIA (primera parte)

     Mamá esta noche en el Deluxe.

     Andaban en el plató relamiéndose dignidades propias y vendiendo las ajenas bajo proclamo orgulloso de que esta noche mamá va a hablar.

     Piara de cerdos salvajes amaestrados que dijeron  a la hija que madre estuvo de negociaciones para hablar mal de ella. Patiño, que no se acostumbra a decir medio mentiras que parezcan verdad, matizó que hablar mal no era exactamente lo que quería, vamos, que mal no, no mal, hablar sí, pero mal mal exactamente, dura la patiño ¿eh? Ya se acostumbrará, o debería, que esos gestos tan alucinados van más con el descubrimiento de alienígenas en decoración de interiores que con el desarrollo natural de una historia contada. Esa madre tan solicitada para engullir shares nunca apareció, plato tan suculento que dejaron en mesa sin servir por aquello de los misterios que acumulan en el cajón de las explicaciones pendientes igual que nosotros las segundas partes, aunque intentaremos aparecer después de la puesta en escena de todo este enredo en el que madre e hija nunca volverán a saber cómo fue, es y será su relación sin que Kiko Hernández dé el visto bueno de lo acontecido y por acontecer. 

     Sentaron a Paula, que no quiso hablar mal de su madre por mucho que la incitaron para ello y no se creía que hubiera estado dispuesta a hablar mal de ella por mucho que presentadora y colaboradores se lo recalcaran como trampa con queso a la que la ratona no entraba.

     Ahora sientan a la madre, y la noticia es que todos los que hayan votado por la victoria de la ganadora de Gran Hermano 15 se arrepentirán. Van a salir todos los trapos sucios de una niña de doce años y su madre invalidada en intercambio de papeles, nos van a contar cómo no es lo que parece, cómo nos tienen engañados, no ellos, ellos no, Paula, Paula es la que nos tiene engañados. Y el caso es que como no sea así, tendremos por enésima vez el anuncio de lo que no va a ocurrir y envainarán espadas como caballeros y caballeras de labores bien acometidas y que desefundan con la única intención de hacerse los amos de la palabra y la inteligencia emocional. 

     Nos callaríamos para hablar mañana de ello, pero no vale decir que ya lo sabíamos, queremos dejar constancia de que no les creemos, igual que no vimos una hija arremetiendo contra la madre, no puede ser que si quien con veinte años no quiso comentar nada de una relación problemática con su madre cuando apenas tenía doce años, sea esta noche la madre la que vaya a acusar ahora a esa apenas niña de entonces recién adentrada en la preadolescencia de a saber qué barbaridades como si fuera la responsable y la encargada de evitar  un descontrol que se supone tenemos que lidiar los adultos. Nos jugamos dos palabras y media a que mamá no habla mal de su hija, ni la más mínima intención que tendrá aunque digan lo de la previa, la posteriora y la madre superiora. Colección de estafadores que se las dan de hijos, madres y espíritus santos.

     Cuando hable mamá volveremos. 

     O no.

     Venga, hasta luego.