LA CONTRACASA DE ARITZ, GRAN PUBLICISTA Y PÉSIMO ACTOR (tercera y última parte codificada)

      Veo esta imagen de Aritz sonriendo y  con toda la ilusión por ser el ganador de esta edición, que me siento incapaz de atacarle para que un solo voto que fuera en su dirección cambiase a la de la navarra o se quedara sin emitir. Tal vez lo piense con truco porque creo que va a ser el finalista en segundo lugar más decepcionado de todos los grandes hermanos y me produce lástima viéndole con esa esperanza en balde. Ni siquiera nos dieron los porcentajes para no estropear la desigualada lucha entre titanes. Va a volver a reponer un más que avinagrado segundo puesto en su sitio después de que un paisano llamado Igor nos dijera que era mejor que el primero, aunque en aquel caso el concursante venía de la repesca y los vientos eran siempre favorables pasara lo que pasara. Aritz va a repetir la posición más amarga porque creo que es el concursante que más ha sobreactuado y fingido una imagen muy de adoptar cara a buscar el voto masivo de apoyo a grandes causas. Apareció antes que nadie en el vídeo de presentación del único concursante reconocido como gay y anunciando que le gustaban los hombres como él mientras el vasco lucía detrás suyo en una marquesina junto a la boca del metro. Hace sólo unos días que la Organización ha dado por explicación que un concursante enlazaba con el siguiente haciendo un guiño en cada vídeo y que después cambiaron de opinión y quitaron todos los concursantes del video de sus compañeros menos éste que se les había pasado...
  
     Código0 04. Pensémoslo un buen rato y  volvamos a la realidad...

    Efectivamente, cuando uno juega al parchís no recoge la caja hasta que las cuatro fichas de cada color se encuentran en su cubilete correspondiente. Dieciséis fichas, todas en orden, sin opción a despiste, y quieren hacernos creer que olvidaron quitar o meter en el nuevo formato la ficha del sombrero. Vale. Aceptamos. En la primera semana ya se hacían carantoñas las dos fichas despistadas del programa, y teniendo en cuenta que la Pepa  del Casting habló en una entrevista en septiembre de Aritz como perfil gay, poca falta hacía que viniera la turba cibernética abriendo centenares de puertas que no iban a ningún lado. Porque lo que importa es lo que el interesado diga, verdad o mentira, ya que es la única pista fiable que parte de su boca. Y así ha pasado el concurso entero. Sin etiquetas y bajo las sábanas del chino gay jugando a hacerse tantas carantoñas como cariños de hermano confesaba en voz alta. Y ante situación tan paradójica sólo nos quedaba verlo como un muchacho de grandes luchas interiores cuyo desbordamiento sexual en la convivencia le fuera resultando un nuevo mundo al descubrimiento. Impresionante si partimos de su exagerada timidez bajo las cámaras cada directo. LLave y timidez. Ah, y teatro. Siempre escrito en la mano para mostrarlo a la cámara, cuando enfocaban a algún compañero nominando, un grupo de teatro cuya publicidad le compete a los interesados. Valiente detalle viniendo de una actitud tan exageradamente tímida y cortada hasta el punto del balbuceo y olvido inmediato de lo que se quiere decir. Pobrecillo. Y más si no tiene ni idea de lo que se ve fuera. Sus escarceos bajo el edredrón perfectamente visibles a la luz ultraviolta. Y así poco a poco cada gala más aplausos, mayor apoyo. 

     Pero llegó el contratiempo. 

     Dos no duermen juntos si la Organización no quiere. Se trajeron a una tipa con bombín que no era concursante y la pusieron a concursar en el lugar del chino durante una larga noche. Y le preguntó: 

     ¿Sabes por qué estoy aquí, verdad? 

     Ya no hay marcha atrás desde este momento. Detalladamente informado por su amiga de cada movimiento de extraperlo, de cada visión por concursante fuera de la casa, de cada comida, cada bronca, cada fiesta, cada cama, rivalidad, competencia y preferencias. No hay forma de creer que el vasco a partir de aquella noche pensara que no sabemos nada de sus escarceos bajo los edrededones. No hay gay sin descubrir metido en caja fuerte bajo siete llaves cuya primera aparición estelar al mundo real la haga en un concurso de telerealidad bajo los focos de las cámaras veinticuatro horas al día. Uno no compite desde esa virginidad con Paulitas ni Sofías. Es la fuerza de la contrafuerza. Es imposible. Saltos suicidas aparte, claro está, pero sin muecas vergonzosas ni llaves pudorosas ni pestañear indeciso con ruborización ante Merceditas. Detalladamente informado sombrero por bombín  sobre la situación hasta el punto de que la llave ha ido desapareciendo gradualmente de la escena directa con la casa hasta hacerlo definitivamente y faltar en esta escena de los tres finalistas que es hasta ahora la más importante y emocionante de todo el trayecto del concurso.

     También puede ser que la llave desapareciera con el misterio de la marquesina. Código Desdigo.

     Pero como ya nos lo hemos creído tenemos que seguir con la llave en boca del concursante. La llave no era conveniente, la llave cansaba, la llave estropeaba su imagen. Y bajo ese edredón lo que se veía en el exterior, los ríos de tinta que han corrido junto a ellos ya no eran tampoco secreto. Sólo quedaba por demostrar que todo un país sufría con este hombre incomprendido de sí mismo que decía no tener etiquetas con la boca grande a fuerza de amordazarse con ellas continuamente. Pero entonces cómo nos explicamos lo de su familia, su entorno, todos tienen claro que Aritz está siendo él mismo y nada les pilla de sorpresa. Sólo a nosotros. Que tenemos que hacerle ganador.

     Código 23 hasta esta noche sobre las diez...

     Momento en el que descubrirá que cuanto más lejos ha llegado mucho más dura le va a resultar la salida de esa espantosa pantomima. Porque empezó con una llave entre los dientes y promocionando en cada gala un grupo de teatro de cuyo nombre no vamos a hacer publicidad porque Aritz, al igual que su entorno, es así de poco generoso con lo que no le concierne y cuando se vea derrotado por un precioso tamagochi rojo va a vivir el momento más terrible y desolador de la cruda realidad  de su concurso y entenderá que una obra de teatro mal representada siempre lleva al fracaso. 

     Y miro esta foto y siento no haberle apoyado como empecé a hacerlo en el momento que en su vídeo de presentación nos mostraba un ser libre y sin ataduras pero que con el tiempo se fue diluyendo en cada grieta de su personaje inestable tan contradictorio como ficticio porque su error fue tratar de ocultarnos la parte de su personalidad que más nos hubiera enamorado. Me produce gran tristeza en estos momentos no haberle creído porque observándole encima de esa tarima tan ilusionado me resulta tan absolutamente real y entrañable que me crea la duda de hasta qué punto todo lo que he escrito sea absurdo y con qué código nos podemos permitir desde aquí fuera juzgarlos con un arma tan pobre e inestable como es una mera tabla de parchís donde en una partida te juegas la vida de ellos y en la que nada más empezar y ves que tarda en salir el cinco te das cuenta de que no son las fichas nuestras por mucho que intentemos reconducirlas en el juego porque sabemos que el dado está trucado y que quien reparte nos pone a nosotros siempre en el bando que se lleva la peor parte y vamos coincidiendo a ramalazos con los concursantes y esta noche le toca al vasco dejarse de seguros y de comerse las situaciones de veinte en veinte e irse para casa con la partida a punto de ser terminada. 

     Y al igual que él y sus cambios de código inexplicables, también me desdigo y paso de largo la primera intención porque los compromisos hay que cumplirlos, Así que intento arreglarlo y aunque el mío se quede aquí encerrado, consta. Y aunque el suyo parezca aquí tan oscuro, brillará una buena temporada. Y le deseo lo mejor y que gane suficiente dinero como para resarcirse del terrible disgusto que le vamos a dar esta noche al hacerlo el gran perdedor del Gran Hermano Diecissshhh tan indeciso como él.